CIUDAD DEL VATICANO, Santa Sede, 18 Dic 2013 (AFP) – El papa argentino Francisco, con lenguaje y gestos sencillos que desconciertan a progresistas y conservadores, ha generado en apenas nueve meses expectativas de una renovación de la Iglesia, golpeada por los escándalos y sumida en una de las peores crisis de su historia.
El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio se convirtió en marzo en el primer papa latinoamericano y el primer jesuita en subir al trono de Pedro, en reemplazo del adusto papa alemán Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, quien renunció al cargo en un gesto inédito en siete siglos.
Una “perestroika” en la Iglesia
El nuevo pontífice eligió el nombre de Francisco, en referencia a San Francisco de Asís, el santo de los pobres, y anunció reformas que muchos comparan a la “perestroika” (reestructuración) con la que el último líder de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, trató de revitalizar y salvar al socialismo en los años 80. “Si, diría que se pueden usar esas categorías: perestroika y glasnot (transparencia); es lo que ¡Francisco¿ intenta aplicar”, sostuvo en una charla con la AFP el teólogo italiano Vito Mancuso, docente de Historia de las Doctrinas Teológicas.
El experimento fracasó en la Unión Soviética pero, según el estudioso, podría ser exitoso adaptado a una institución sólida como la Iglesia. Las nuevas orientaciones se reflejan más en la transformación del modo de inserción de la milenaria institución en el mundo que en medidas administrativas: menos presencia en la política, total sobriedad, renuncia a todo tipo de lujos, transparencia en la comunicación y ,sobre todo, en la atención a los pobres, los enfermos, las personas necesitadas, los desamparados, los relegados.
“Creo que es un papa que ha hecho más actos que gestos. Predica con el ejemplo”, dijo a la AFP la periodista argentina Elisabetta Piqué, autora “Francisco, Vida y Revolución”, un libro que cuenta los primeros meses de un pontificado marcado por sus mensajes directos y sencillos. “Para mí estos primeros meses marcan una revolución”, sostiene Piqué, quien cubre desde hace varios años el Vaticano. El mensaje parece haber llegado al corazón de los fieles. La popularidad de Francisco, el entusiasmo que suscita entre los católicos, han generado “una nueva primavera” para la Iglesia católica, según Mancuso.
Pero, como en toda primavera, “los frutos aún no se pueden recoger”, advierte. Francisco debe aún presentar resultados
Francisco fue elegido “Personalidad del Año” por la revista Time, que resalta su capacidad de “llevar a las calles” el mensaje del papado, y por The Advocate, una histórica publicación estadounidense dedicada a la comunidad homosexual. Para The Advocate, Francisco dio “la señal (…) de que no es como el viejo papa”, al declarar en julio: “Si una persona es gay, busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”.
Pero las palabras y los gestos de Francisco deben plasmarse aún en cambios concretos. Para reformar la desacreditada Curia Romana (administración central de la Santa Sede), nombró una inédita comisión de ocho cardenales, que debe entregarle sus recomendaciones. La limpieza de las controvertidas finanzas del Vaticano, y sobre todo del “banco de Dios”, es decir del Instituto para las Obras de Religión (IOR), acaba de comenzar.
“Las comisiones referentes están trabajando bien. Vamos por el buen camino. Sobre el futuro del IOR, veremos”, confesó esta semana el papa en una entrevista al diario italiano La Stampa.
Batallas en todos los frentes
Las batallas se dan en todos los frentes: moral, social, económico y hasta teológico. A inicios de diciembre Francisco creó una comisión para ayudar a las víctimas de curas pedófilos y evitar nuevos casos, tras los escándalos que sacudieron a la Iglesia en Estados Unidos, América Latina y Europa. Su defensa de los inmigrantes ilegales que atraviesan el Mediterráneo arriesgando la vida, así como la firmeza de su llamado por la paz en Siria, cuando parecía inminente un ataque estadounidense contra ese país, han sido calificados de verdaderos golpes mediáticos.
El “efecto Francisco” también alimenta fuertes expectativas entre quienes esperan cambios en el rechazo de la jerarquía eclesiástica del divorcio, la contracepción, el matrimonio homosexual, la eutanasia, la ordenación de mujeres…
“El papa puede renovar la Iglesia, pero no puede inventar una nueva Iglesia”, advirtió el cardenal alemán Walter Kasper, uno de sus grandes admiradores, al prevenir que muchos pueden terminar decepcionados. La ausencia de confrontación, de condenas lanzadas desde el trono de Pedro, el espíritu de diálogo, los llamados a la fraternidad, la misericordia y la bondad no implican necesariamente que la Iglesia vaya a cambiar su doctrina. Para varios expertos en asuntos del Vaticano, los próximos dos años serán claves para descubrir el verdadero rostro que Francisco quiere dar a la Iglesia y a su pontificado.
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